RFLEXIÓN, sobre el evangelio (Mc 10,36-45)
Por: José Enrique Galarreta
En una curación tan "mesiánica"
como esta, no podemos menos de sentir la evocación de la misma manifestación
mesiánica de Jesús al responder a la embajada del Bautista. Juan Bautista,
desde la cárcel, envía a sus discípulos a preguntar a Jesús:
- ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a
otro? Jesús responde: - Id y decid a Juan lo que habéis visto: los ciegos
recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen,
los muertos resucitan y son los pobres lo que reciben la Buena Noticia:
dichosos los que no tropiezan por mi causa.(Mateo 11, Lucas 7)
Jesús, por tanto, se hace heredero del
mesianismo más puro de Isaías. Reciben la Buena Noticia los pobres, los ciegos,
los enfermos. Pero otros tropezarán. Serán los ricos, los que ven, los sanos.
Es una estremecedora línea, en la que se
confunde, hasta no poder separarse, lo sucedido a Jesús, lo sucedido a lo largo
de la historia y nuestra propia trayectoria espiritual.
Creyeron en Jesús los que se sentían
necesitados de salvación, especialmente los más necesitados, los pecadores. Y
los que no se sentían pecadores, no creyeron en Él, más bien tropezaron en Él
porque atendía a los pecadores. Jesús ironizó sobre ellos diciendo que
"los sanos no tienen necesidad de médico" (Mt.9, Mc.12, Lc.5).
Y los ricos tampoco se atrevieron a irse
con él, tenían demasiado bienestar para sentir necesidad de Jesús (Lo vimos
hace dos domingos leyendo Marcos 10, el joven rico).
En el pasaje de hoy, el ciego mendigo
encuentra a Jesús porque necesita de él y cree en él. La muchedumbre le sigue
con aspavientos externos, pero nada más. En el mismo contexto situacional
ubicará Lucas el episodio de Zaqueo, que resulta brillantemente paralelo con la
vocación de Leví (Mt.9, Mc.2, Lc,5).
Y resulta bastante sintomático que en el
principio de la vida pública Jesús se define llamando a los pecadores y
comiendo con ellos y al final de la misma (último episodio de Lucas antes de la
entrada en Jerusalén) se repite la escena, con el mismo escándalo y la misma
reiteración del mensaje de Jesús.
Los evangelistas por tanto acumulan signos
sobre el mensaje fundamental: Jesús Salvador, Libertador del pecado, Luz para
los humanos, es recibido por los pecadores, que alcanzan la luz de la fe, y
rechazado por los "sanos y ricos", que quedan ciegos aunque parezcan
sanos, videntes, poderosos. Todo esto nos da pie a largas consideraciones que
resumiremos brevemente.
Fundamentalmente, sobre la religiosidad.
Jesús se coloca en las antípodas de toda religiosidad de apariencia, de
identificación con los poderes de la tierra, de equiparación de fe con
esplendor externo, de religión como aceptación de "personas oficialmente
santas".... cosas todas ellas tan presentes en las religiones.
Los sacerdotes como personas santas, el
alto clero con poder, ocupando un lugar social cercano al poder político, los
grandes sabios entendidos en las ciencias sagradas... y la masa de gente sin
importancia ni voz, que solamente por medio de los altos eclesiásticos tendrán
acceso a Dios. Es una situación real, históricamente repetida en la mayor parte
(¿en todas?) las religiones, y espiritualmente aceptada incluso ahora entre
nosotros.
Jesús es al revés: el mendigo ciego tiene
acceso directo por necesitado y por creyente. Los demás, menos. Y los altos
eclesiásticos, los que menos de todos. Aun teniendo acceso como todo el mundo,
lo rechazarán explícitamente.
Es significativo comparar esos dos
extremos. Mirar la historia de las religiones, tan llenas de acepción de
personas, de personajes sagrados con poder, de multitudes de necesitados
marginados por la estructura religiosa... Es más impactante aún mirar la
historia triunfal de la religión cristiana en Occidente, la estructura física
de una catedral gótica, la jerarquizada disposición de la gente en una gran
celebración actual.
Mucho más aún, contemplar la historia de
las naciones cristianas, el protagonismo religioso de los poderosos, la pobreza
y desatención crónica de la gente del pueblo. Mucho más aún mirar las naciones
del mundo, las cristianas y las no cristianas, mirar que es el primer mundo el
que se dice cristiano y el miserable tercer mundo el que es evangelizado por el
primer mundo poderoso...
Mirar la esclavitud, cometida por los
cristianos y los musulmanes poderosos contra los miserables paganos de los que
se llegó a decir que no tenían alma... Contemplar así la historia religiosa del
mundo estremece, porque es exactamente lo contrario de lo que Jesús hacía y
decía.
A nivel personal, no puedo menos que
recordar la sabiduría del planteamiento de le Ejercicios de San Ignacio: parten
del reconocimiento de los pecados. Si no me siento necesitado de Dios, no hay
manera de llegar a Jesús.
No pocas veces la Primera Semana de
ejercicios se considera como un momento ascético de purificación, examen de
conciencia y confesión de los pecados, para poder luego conocer a Jesús. No es
correcto. Se trata de sentir necesidad del Salvador. Solamente desde este
profundo sentimiento de necesidad, de pobreza y ceguera, se puede acceder a
Jesús Salvador.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada